martes, 22 de febrero de 2011

Abel y Caín (Abel et Caïn)

I
Raza de Abel, nútrete y duerme;
Dios complacido te sonríe.

Raza de Caín, por barro y lodo
te arrastrarás hasta la muerte.

Raza de Abel, tu sacrificio
le huele bien al Serafín.

Raza de Caín, ¿alguna vez
acabarán ya tus suplicios?

Raza de Abel, ves prosperar
tus cosechas y tus ganados.

Raza de Caín, tus intestinos
chillan de hambre como un perro.

Raza de Abel, calienta el vientre
en tus fogones patriarcales.

Raza de Caín, en tu cubil,
pobre chacal, tiembla de frío.

Raza de Abel, ama y procrea,
tu oro también se multiplica.

Raza de Caín, de pecho ardiente,
guárdate esos apetitos.

Raza de Abel, creces y roes
como carcoma la madera.

Raza de Caín, por los caminos
lleva a tu gente acorralada.

II
Raza de Abel, con tu carroña
se abonará el suelo humeante.

Raza de Caín, tu trabajo
no está del todo concluido.

Raza de Abel, mira tu oprobio,
pues el venablo venció al hierro.

Raza de Caín, sube hasta el cielo,
y arroja a Dios sobre la tierra.
Poema escrito por Baudelaire en 1857 incluido en su obra compilada “Las flores del mal” (Les fleurs du mal) y, más concretamente, en el apartado o agregado “rebelión” (révolte).
El poema está compuesto por dieciséis dísticos eneasílabos con una rima consonántica en la versión francesa (AB AB CD CD…). Hay una anáfora en secuencia Raza de Abel / Raza de Caín que es definida a lo largo del poema separado en dos partes (I y II).
El poema gira en torno a dos razas. La raza no es el tema pues no hay otra cosa en el poema, no hay una raza y algo más para compararla, no admite una comparación entre raza y no raza ni se pregunta por un subgénero o subespecie; en otras palabras, “todos somos raza”. Sin embargo, hay dos razas y el término ya define una pluralidad, un conjunto de sujetos que comparten rasgos o poseen algo en común. Si bien el título no anuncia “razas” sino que más bien se aproxima a nombrar los personajes del mito, el poema entiende ese mito como una construcción de dos ‘arquetipos’ raciales. Hay que notar que jamás en todo el poema se nombra la relación o vínculo de sangre que emparentaba a estos dos personajes. Ese ‘borrado’, esa obliteración de relacionar mito-poema con una relación fraternal parece indicar la distancia del tema a tratar: no se trata de los hermanos, ni del castigo (el cual tampoco es nombrado), ni de lo que uno de ellos haya cometido, sino de su situación y estado. Por ello mismo, tal vez, más ‘simbólicos’ que ‘históricos’ (aunque se considere a Baudelaire precursor del simbolismo y no simbolista).
El poema comienza anunciando la Raza de Abel y su relación con Dios y termina enunciando nuevamente a la deidad pero en ese caso con la Raza de Caín. La historia de estos dos hermanos se encuentra en el Viejo Testamento y remite a los orígenes del hombre pues ambos son hijos de Adán y Eva. En el poema, desde luego, no trata de estos dos hermanos sino de las razas de ellos, pero, a su vez, la referencia lo ata al nombrar una especie de inicio-posteridad. Esto es, nombra las razas y sus pertenencias por el “origen” mitológico (en esta caso judeo-cristiano) de Abel y Caín que como “razas” y “orígenes” sugieren una ascendencia y descendencia (no necesariamente genealógica). El poema separa a ambas razas y las acciones que realiza cada una no afectan, no se encuentran, ni se conectan nunca con las que realiza la otra. Ese origen, esa separación en los dísticos (uno para cada raza) corresponde con la separación mitológica del viejo testamento donde uno de los hermanos es castigado por un pecado original; el primer homicidio (fratricidio). Ciertamente, el pecado original de la mitología bíblica se encuentra en Adán y Eva pero ese pecado es el pecado de la raza. En el poema no hay relación a ese pecado sino a la distinción y separación que lo remite a los hermanos. Abel, pastor y hermano menor de Caín, realiza sacrificios que agradan a Dios manifiestamente o, al menos, más evidentemente que los que le ofrece su hermano mayor. A raíz de esto, Caín siente envidia por la relación de Dios con su hermano y, en un acceso de ira, lo asesina con un garrote.
Aunque los nombres nos remitan a la mitología mencionada no hay mención de los sucesos mitológicos, no hay una nueva versión de dicha historia, los tiempos del verbo están en presente, imperativo o en futuro de indicativo: observan, ordenan y predicen. La raza de Abel es primera, aparece antes que la de Caín en el poema (esto es Abel es primero y Caín segundo) y cuenta con una gracia de la deidad (Dios complacido te sonríe/ le huele bien al Serafín), lo que la pone en estrecha relación con la más alta jerarquía. Cuenta, entonces, con una eternidad (Dios es eterno) y, por ende, con un porvenir sonriente. De hecho, esta raza no tiene una relación con la producción más que pasiva, no produce sino que ‘se’ produce para ella mientras goza, disfruta y posee usufructo de esa producción. La raza de Abel se nutre, duerme, ve prosperar, está próximo al calor patriarcal, ama y procrea, su oro se multiplica, crece y ramonea (prefiero este verbo a ‘roe’ ya que la poesía original utiliza el lexema francés ‘brout’ relacionado con "pastar"), con sus desperdicios se nutre el suelo… La raza de Abel es descrita por los verbos como una raza pasiva y disoluta en placeres y libertades. Desposeída de contrariedades o problemas, esta raza no actúa sobre los objetos, no produce puesto que es un actor pasivo donde todo se le ofrece sin transformaciones o acciones realizadas por esa raza de ningún tipo: ves prosperar tu cosecha y tus ganados. Está relacionada con la prosperidad y con la posibilidad de amar y reproducirse (ama y procrea) hasta asemejarse a una plaga (Comme les punaises des bois! La traducción escogió la acepción de “madera” para ‘bois’ cuando también posee la acepción “bosque” y “carcoma” para sustituir el insecto que menciona el poeta “punaises” que quiere decir “chinches” las cuales tienen un carácter parasitario y de plaga).
La raza de Caín por su parte, lejos de estar más alejada de Dios, se encuentra más próxima a la superficie mundana, al “barro y lodo” y debajo de Abel en la estructura del poema (primer dístico "Abel-Dios", el segundo "Caín-mundo-lodo"). Se encuentra más próxima su descripción al animal: como un perro, pobre chacal. Esta raza se arrastra, sufre, chilla, tiembla, se abstiene. Las acciones de esta raza son patéticas. A su vez, se encuentra privado, a pesar de ser pasional (pecho ardiente) de los de los apetitos a los que la raza de Abel tiene derecho o disponibilidad: guárdate de esos apetitos. Aunque la raza de Caín se encuentra en un estado que el poema entiende en la forma de parangón. Entiende un juego paralelo o de comparación para configurar cada raza. Así ambos se encuentran unidos por el poema pero a su vez por la rima y la contrariedad entre la raza primera (Abel) y la segunda (Caín), según el orden en que aparecen. En el poema (en su lengua original), el primer y segundo dístico riman complaisamment/misérablement, “complacientemente” y “miserablemente” respectivamente. Al igual que el Abel mitológico complaciendo, efectivamente complaciendo, a Dios. Miserable, Caín, por su parte al no saber por qué Dios ‘prefiere’ a Abel. Los dísticos restantes se oponen en necesidades, espacios, derechos y libertad. Así, ves prosperar/tus cosechas y tus ganados (abundancia) frente a tus intestinos/chillan de hambre (carencia); calienta el vientre/ en tus fogones patriarcales (fraternidad/confort) frente a en tu cubil…/tiembla de frío (marginación- disgusto); ama y procrea (licencia) versus guárdate (privación) y creces y roes (ilimitación) contra por los caminos/lleva a tu familia acorralada (limitación). De este último verso debo aclarar que en la versión original dice “famille”.
La segunda parte del poema plantea una cierta ambigüedad que incluso he encontrado en un comentario de texto al respecto del poema y dice: “El tercer y cuarto verso de la segunda parte hacen referencia tal vez al hecho de que todavía no ha realizado la tarea encomendada en los últimos versos”. Las negritas en la frase anterior son mías. Ese “tal vez” indica una doble interpretación: o bien el trabajo de la raza de Caín nunca estará concluido por lo que el presente del verbo indicaría que trabajarán por siempre, o bien como indica el comentario de texto citado, dicha raza tiene un trabajo pendiente, inconcluso. La estructura del poema inclina a pensar lo primero, empero, la separación en partes (y hasta retóricamente la separación en capítulos, episodios, anexos, párrafos) parece exigir un cambio de perspectiva, tema, situación, etc., como toda separación. El poema mismo estructurado en dísticos; el primer dístico describe, predice y ordena a la raza de Abel y el segundo a la de Caín seduce con la idea de que una segunda parte pertenecería, probablemente, a lo que en el poema es lo segundo, lo inferior, lo que está debajo (en este caso de la raza de Abel), esto es, el turno de la raza de Caín (el turno de quien está segundo, en la segunda parte). Desde entonces, la carroña es desperdicio y carne muerta de la raza mencionada en ese dístico y el oprobio,/pues el venablo venció al hierro una simple humillación o una mácula, un recuerdo de la vergüenza acontecida con la derrota pese a poseer una mejor técnica. Para la raza de Caín, como dijéramos antes, a esa ambigüedad se presta el segundo dístico de la segunda parte. El último dístico ordena una tarea a la raza de Caín sube hasta el cielo,/y arroja a Dios sobre la tierra. Esto equivale a arrojar al motivo que dio inicio al poema (Dios aparece en el primer dístico) desde el último lugar, equivale a desconfigurar el sistema que aseguraba el porvenir de la raza de Abel (desde el Dios eterno y desde el mito con el que se relaciona este poema), equivale a acabar con la prosperidad dada en sí y por sí misma (como automáticamente) que se ofrecía casi paradisíacamente a la raza más próxima a la deidad, equivale, en fin, a que el ‘seguro de vida’ de la raza de Abel o ‘seguro de distinción’ quede disuelto. Dios sobre la tierra dejaría su espacio divino para quedar en uno mundano, en uno que se encontraba más próximo a la raza de Caín. Se trata de una orden, un grito, una plegaria si se quiere, a esta raza pero no se nos dice que sucede luego, ni qué fue o será con ella. El fin del poema es una orden épica e imposible que, por ello mismo, sugiere una dificultad inmensurable y una esperanza, como de quien espera que respeten su orden o, al menos, de quien se espera que pueda cumplirla.
Hemos de notar que no hay “yo”, la voz del poeta no es anunciada. De hecho, el comienzo del poema (en español o en francés) posee un tono que puede casi confundir la voz del poeta con Dios: Dios te sonríe. Esa tercerización o utilización del nombre propio como sujeto era utilizado por altas jerarquías como Julio Cesar donde él mismo se trataba en tercera persona o se autodesignada con el nombre propio siendo incluso evidente su carácter agentivo. De esa manera podíamos comprender desde el inicio del poema, en la primera parte, una voz del poeta-Dios que otorga, condena, premia, castiga y destina (poder, en definitiva). Sin embargo, el último verso, si fuera este el caso, la voz del poeta-Dios se ordenaría a sí mismo destronarse (como si de repente Dios renunciara a ser Dios). Parece indicar, entonces, que la voz del poeta se encuentra a su misma altura, lo conoce y conoce sus relaciones, lo ve, desde la poesía la cual es tan sempiterna como Dios. El poeta estaría a su altura y no subordinado a él; estaría pues, de todas formas, en posesión de una voz-deidad o un espacio eterno.
La poesía nos recuerda a las teorías de Karl Marx en la que una clase burguesa domina a la proletaria. Aunque en el poema no hay una relación manifiesta de dominación de una raza por otra (tal vez por la rima puesto que los dísticos de la raza de Abel imponen la rima sobre los dísticos de la raza de Caín), sí encontramos un orden establecido asegurado (en este caso por Dios) que consiste en la prosperidad de una raza y la desgracia de otra. En este caso, la raza privada, desposeída, acorralada y marginada se encontraría subalterna por ‘gracia’ de Dios. Y no de cualquier dios, sino del dios (judeo-cristiano) que se encuentra relacionado al mito de Abel y Caín. Todo lo que la raza de Abel se puede permitir será, por las relaciones que sean, a costa de las privaciones de la raza de Caín.

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