viernes, 1 de abril de 2011

Bajan

La canción hoy propuesta puede ser incluida en lo que aquí, con cierta injusticia, catalogamos por comodidad "cultura de masas". Aunque ciertamente, en este caso, "masas" no sería tan apropiado como "una muy pequeña porción". Será cierto también que hay mucho para decir del aspecto musical de la siguiente canción pero de eso ya se ocupan (y muy bien) otros blogs y oídos más cultos. Aquí nos ocuparemos de lo más habitual: aburrir pero con fundamentos. Lo que nos ocupa es una pista llamada "Bajan" compuesta por Luis Alberto Spinetta en el album "Artaud" de 1973.



Tengo tiempo para saber
si lo que sueño concluye en algo
No te apures ya más loco
porque es entonces cuando las horas

bajan, el día es vidrio sin sol
Bajan, la noche te oculta la voz
Y además vos querés sol
Despacio también podés hallar la luna

Viejo roble del camino,

tus hojas siempre se agitan algo
Nena, nena, qué bien te ves
Cuando en tus ojos no importa si las horas


bajan, el día se sienta a morir
Bajan, la noche se nubla sin fin

Y además vos sos el sol
Despacio también podés ser la luna.




La introducción musical parece anticipar al oyente un género “country” o “folk” (ciertamente matizado) que se transforma cuando comienza la letra. La melodía es algo vaga; ni triste, ni melancólica, ni animada o extasiada. Se repite varias veces en un movimiento casi letárgico o parsimónico preparando lo que afirmará el cantante: tengo tiempo. La melodía es lenta y él no tiene ninguna prisa en contar/cantar. No sólo la melodía se atiene a lapsos lentos y prolongados sino que se menciona precisamente lo que ésta hace: Despacio. Es como decir: “canto despacio y toco despacio y a la vez te aconsejo que vayas despacio”. La lentitud entonces suena y se dice: forma y contenido convergen.


Luego de que el cantante nos cuenta que dispone de tiempo no vuelve a manifestarnos nada sobre él en el resto de la canción; su “yo” sólo aparece en la introducción lírica alejándose de una exaltación de la primera persona. Si separamos por “lineas” los tiempos del silencio en el ritmo de la voz del cantante podríamos decir que hay unas tres primeras en las que hay una primera persona. Podemos decir así que la canción posee una primera y segunda persona y todos los géneros, esto quiere decir que será una canción entre “tu” y “yo”. “Él/ella” o cualquier manifestación de la tercera persona queda relegada por lo que se trata de un diálogo sin terceros (excepto claro al día y la noche). Así: tengo tiempo para saber (primera persona); no te apures ya más loco (segunda persona, masculino); Viejo roble del camino (invocación o vocativo, neutro, “ello”) y finalmente Nena, nena, qué bien te ves (Segunda persona, femenino). La canción se dirige, de alguna manera, a todos. Busca “hablar” con todos incluso con los que no podrían responderle.


Toda la canción sugiere el tema del paso del tiempo y la recursividad del paso de este. Se percibe en la mención del tiempo, las horas, el día y la noche. Quien canta dispone de tiempo y puede ver si su sueño “concluye en algo” por lo que su sueño está a la deriva de la importancia o consecuencia. En efecto, si su sueño estuviera terminado se encontraría “concluido” pero a su vez puede encontrarse “realizado” y concluir en algo más. De esta manera el cantante exhibe lo que posee en relación con las segundas personas. El comienzo plantea esa disponibilidad con lo que el “tú” masculino parece no apreciar o carecer. De hecho el cantante parece aconsejar a esta segunda persona desde el discurso directo y hasta tiene un apelativo familiar para él (loco) y para ella (nena). Ese consejo o advertencia se aprecia bajo la formula general: no hagas x porque la consecuencia es y. “Y” es aquí “las horas bajan”. Esto le da un carácter pernicioso al hecho de que las horas bajen. Luego volverá la misma idea sobre el “tú” femenino donde se ve “bien” cuando pasivamente para ella y activamente para el cantante no importa si “y”.


La canción queda configurada como un “problema” que tiene solución aunque no se explique por qué el carácter negativo de que las horas “bajen”. De esta manera el “tú” masculino tiene, mediante el “apuro”, la posibilidad de que ocurra algo aparentemente perjudicial y luego el adverbio “además” que reincide en el consejo que se estaba dando: “no te apures porque además/encima querés eso”. Mediante una desaceleración o descenso en el ritmo (“despacio”) el cantante aconseja que se puede acceder, por medio del “también”, a lo que parece ser algo mejor: la luna. La segunda persona masculina busca el sol mientras que la femenina lo es con que coinciden; y por medio de un cambio en el ritmo o la velocidad, que actúa aquí como potencia sublimadora (despacio), ambos coinciden en un sitio adicional.



Los estribillos poseen disimilitudes que vuelven anafóricamente sobre el receptor al que se dirigía el cantante. Para la segunda persona masculina el estribillo describe lo que el día es y lo que la noche le “hace”. Ésta última tiene un sentido activo, es decir, la noche realiza una acción sobre la segunda persona quien, a su vez, también posee connotaciones activas: “quiere” y puede “hallar”. Por otro lado, el estribillo que se refiere al “tu” femenino posee un carácter pasivo. El día y la noche se… El pronombre reflejo del español tiene, en este caso (pues hay más), esta propiedad de que agente y experimentante coinciden. Y, repito para este caso específico, suelen ser acciones sencillas, habituales o que no atañen a transformaciones sobre objetos. Esa especie de desafectación o pasividad es referida a la segunda persona femenina quien “es” el sol y puede “ser” también la luna. No necesita “actuar” como lo hace el “tú” masculino sino que parece modificarse simplemente en su esencia, de manera pasiva: vos sos el sol / despacio también podes ser la luna.


Hay un juego de resignificación en la canción. La relación de momentos circadianos con los elementos inherentes sol y luna aparece en los estribillos en la forma: día/noche y sol/luna. Sin embargo, al final de la canción, resulta que la segunda persona femenina es el sol y puede ser la luna. Eso posibilitaría repensar en toda la canción: sol/luna y ella (antes de “ir” despacio) / ella (si “va” despacio”). Al mismo tiempo nos habilita a re-"escuchar": donde dice sol leeremos ella (que por comodidad sustituimos por esa segunda persona de género femenino): el día es vidrio sin ella, vos [la] querés [a] ella, podes hallar [a] ella. Y, continuando, si la letra nombra elementos inherentes al día y la noche también podemos recordar entre varios de ellos en el día y la noche algo así como el “cielo azul”, las “nubes”, las “estrellas” y a “ella”. La segunda persona femenina inunda toda la canción e invita a la reflexión de la resignificación y apertura del lenguaje gracias a su posibilidad de repetirse, gracias a su iterabilidad.


El verbo más repetido y el título de la canción es “bajan”. Este verbo, como dijimos, parece plantear una instancia perniciosa “cuando las horas bajan”. La repetición del verbo la segunda vez en cada estribillo posee una elipsis: bajan las horas / bajan [las horas]. Al parecer se trata de una hipálage donde se le atribuye un verbo que podría ser aplicado a otros elementos de la canción: baja el sol o baja la luna. Cada vez que “bajan” las horas algo pernicioso, además de que lo anticipa la advertencia del cantante, sucede: el día no tiene sol, la noche te silencia, el día se muere o la noche se nubla. Pero si las horas “bajan” y podríamos decir que en realidad lo que baja es el sol y la luna, ¿qué hacen las horas? La elipsis invita a un juego donde, en realidad, hay dos elipsis. Las “horas bajan” estarían quebradas por una elipsis donde falta algo: las “horas [ ] bajan”. Un verbo admisible para las horas es “pasar”. Las “horas pasan” y lo que baja es la luna y el sol y, a su vez, las horas también, por medio de lo que dice la canción y la elipsis pueden bajar y resultar en situaciones perniciosas. El día y la noche quedan entonces como instancias perjudiciales entre la causa (las horas que bajan) y la solución (despacio). Todo el juego no se vuelve exclusivo, es decir, sucede esto o aquello, sino simultáneo. Las horas bajan/pasan a la vez que lo hacen el sol y la luna dando inicio y fin a cada día y noche. Además, se aprecia que quien canta “bajan” lo hace con una intensidad descendente (haciendo un juego entre la semántica y la oralidad/musicalidad). Es un momento de descenso, de menor intensidad y de final o “conclusión” circadiano. En el caso de no apurarse o de no mostrar “signos” en la apariencia de ese descenso, las personas a las que se dirige el cantante podrán relacionarse directamente con los elementos (sol y luna) y no con los estadios que estos procuran (día y noche cuando las “horas bajan”). La canción se cierra volviendo al ritmo inicial y con un animado solo de guitarra: como quien cabalga tocando una guitarra (música estilo country), aconseja a un hombre, sigue su camino y se encuentra con un roble (aparentemente conocido), aconseja a una mujer y luego se va tocando su música alegremente.


Al igual que en la pintura de Van Gogh, el cantante y el sembrador se encuentran con tiempo, antes de que las horas “bajen”. Ambos invitan a ir con calma y pasan junto a un árbol pero no se ponen a su sombra, son sombras ellos mismos. Ni el yo del cantante es exaltado ni el sembrador de la pintura tiene una identidad distinguible, solo son un contorno. Y el sol/ella inunda y ocupa tanto espacio en la canción como el simbólico sol de este y otros muchos cuadros.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado especialmente esta entrada. Un beso Paulo.

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  2. La canción no me ha gustado, nada, en absoluto. Sin embargo, no me has "aburrido con fundamento" y me ha resultado muy interesante el post. El ser humano es tan cotilla que le encanta asistir a una "conversación" como esta, en la que el que habla se dirige a otro que puede, o no, ser el oyente. Sentirse un tercero en la declaración llena ese afán de conocer lo ajeno. Los más egocéntricos se sentirán el sujeto aludido,ya que no ven más allá de sí mismos, como es mi caso.

    Beso

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  3. Érase una vez alguien que actualizó su blog...

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