domingo, 5 de junio de 2011

Ciudad sin sueño

Muchos críticos han dado sus interpretaciones sobre la obra lorquiana. El acceso a la poesía de Poeta en Nueva York no es sencillo pues la “claridad” de los enunciados o de su sentido entra en crisis con respecto con nuestra manera de ver, entender e interpretar diversos enunciados. Yo mismo he intentado ampliar la visión de esta obra con un libro titulado Lorca, interpretación de Poeta en Nueva York que, como su mismo título indica, sirve para que, si no entendimos la obra, la entendamos ahora aún menos.
Por ello, haciendo caso omiso de las interpretaciones varias que se realizan en torno a esta poesía, haremos aquí un aburrido entretenimiento con uno de los poemas que se encuentran en la obra mentada titulado Ciudad sin sueño (nocturno del Brooklyn bridge)

CIUDAD SIN SUEÑO
(NOCTURNO DEL BROOKLYN BRIDGE)
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
El título de la obra ya nos advierte vocación y localización (Poeta en Nueva York) por lo que esperamos una visión del poeta acerca de ese espacio. Se inscribe, así, por medio de la vocación en un historia de la poesía, es decir, en un “ser poético” en un determinado lugar pero sin tiempo. Se trata de un lugar que podría ser un epónimo de uno más genérico, es decir, la ciudad de Nueva York es “una ciudad” de las posibles que pueden o no comprender el panorama de otra[s] ciudad[es]. Ya que el título carece de tiempo y la obra tampoco se encuentra fechada se trata de una sempiterna ciudad llamada Nueva York.
De los varios poemas que componen la obra tres tienen nombres absolutos o globales, es decir, que no enuncian una localización específica de la gran ciudad sino “la ciudad” entera. Uno de ellos es Nueva York (Oficina y Denuncia), el otro es Panorama ciego de Nueva York y finalmente el que aquí presentamos. Sin embargo, en la poesía la descripción escasea y los referentes de la ciudad no son significativamente explícitos. Por otro lado, la referencia al puente de Brooklyn en el título tampoco coincide con alguna descripción exacta para relacionar el poema con ese espacio. Al parecer se trata de una localización donde ocurre el poema y que concluye, desde allí, la imposibilidad de “soñar” de una ciudad.
Al leer el poema nos encontramos con que no hay un tema que pueda configurarse desde un sentido extraído del poema. No es fácilmente comprensible y la lectura es “imposible”. Lo que notamos es que, independientemente de algunos verbos en presente, hay muchos en futuro con un carácter profético y hasta apocalíptico: vendrán, encontrará, le dolerá, llevará, vivirán, atacarán, veremos, etc. La profecía parece anunciada por medio de símbolos o elementos enigmáticos que oscurecen el significado a seleccionar: estamos, entonces, ante lo que parece ser un “oráculo”. El carácter oracular nos hace pensar en una sibila o en un poeta-sibila que advierte con palabras de oráculo sobre causas presentes y consecuencias futuras.
“Ciudad sin sueño” parece la doble posibilidad de una ciudad sin el cansancio necesario para dormir y, por otro lado, una ciudad sin un sueño donde faltaría un complemento para indicarnos que se trata de “sueño” como deseo o ambición cuya ambigüedad resolvería algo como “ciudad sin sueño propio”. Pero la ambigüedad lo impregna todo en lo que ya llamamos “palabras de oráculo” que según la entrada de la RAE significa: Respuestas anfibológicas que algunas personas dan a lo que se les pregunta, disfrazando lo que quieren decir. La anfibología no es más que el estudio de las ambigüedades, un recurso que el poema parece utilizar para “sueño” y otras expresiones: ni bien comienza el poema encontramos “no duerme nadie” y luego “los hombres que no sueñan”, el principio, por un lado, nos inclina a pensar en “sueño” como cansancio y luego el verbo en la representación inconsciente mientras se duerme. Otras ambigüedades, al parecer oraculares, aparecen en expresiones como No duerme nadie por el cielo donde “cielo” puede ser lugar o causa; Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas, las cabañas pertenecen a las criaturas o a los hombres (que consideramos por el pronombre indefinido “nadie”); no duerme nadie por el mundo, igual que la primera; que se queja tres años, que se queja “durante” tres años o que se queja “desde los” tres años o que se queja “cada” tres años; y el que parece uno de los colmos anfibológicos simultáneos porque tiene un paisaje seco en la rodilla haciendo posible que lo que se queja es el cementerio a causa del paisaje y, a la vez, el muerto, a causa de la rodilla y ambos a la vez colocando una sintomatología de espacio en el cuerpo.
Si aceptamos esta especie de oráculo comprendiendo que es profetizado por un poeta-pitonisa, entonces podemos aceptar que quien lo dice se coloca en una posición de conocimiento superior; sabe lo que acontece y acontecerá. Tengamos esto presente para una ulterior reflexión. Según el libro mentado sobre la interpretación de este poemario el poema refleja una “intención” del poeta por estar “activo”, es decir, estar despierto para el libro es ser creativo. La verdad es que nosotros nos desentendemos de esta interpretación y leemos nuevamente el poema. Éste comienza advirtiendo que unas criaturas acechan al hombre entre el sueño-cansancio y el sueño-representación. Luego existe la posibilidad de que una de esas criaturas haga daño en una de las frases lorquianas más inolvidables: Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan. Es una amenaza análoga a la del cuco con la que los padres mortifican a los niños para que se acuesten a dormir: “duérmete niño que viene el cuco y te comerá”. Si aceptamos, como dijimos antes, que el poeta tiene una jerarquía superior como la del padre entonces podemos interpretar la admonición como la creación de una amenaza (iguana-cuco) que agilice la ejecución de una orden o acto (soñar-dormir). Hay aún más: puesto que el cuco es una entidad omnipresente que puede estar en cualquier “armario” o debajo de cualquier “cama” en el caso de la amenaza lorquiana puede estar en cualquier esquina como aparece el cocodrilo. Notemos que no se trata de cocodrilos sino de un “cocodrilo” omnipresente que está en todas las esquinas y no hay posibilidad de huir. De hecho, en muchas ocasiones el miedo que se infunde en un niño con la “amenaza” del cuco resulta contraproducente, efectivamente, produciendo el efecto contrario al que se quería producir. El niño se mantiene toda la noche ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! como el hombre en el poema de Lorca. Esto inquieta tanto que es imposible conciliar el sueño o descansar incluso con el ajetreo de caer por las escaleras y subir al filo de la nieve no hay ni olvido, ni sueño. Tanto así que no se puede descansar, al que le duele su dolor le dolerá sin descanso; y, como el niño cuyo temor al cuco acrecienta las cavilaciones y especulaciones respecto a esta fantasmagórica entidad sin permitirle dormir, y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros. La amenaza lorquiana es una multi-entidad que se presenta en forma de lagartos, dolor, muerte, oso, mano momificada de niño… Pero lo que sí sabemos es que, sea lo que sea aquello que no permite “soñar”, no deja descansar ni a los muertos: Hay un muerto en el cementerio / que se queja tres años; y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto (…). Asimismo la solución para el niño que llora es llamar a los perros, acallándolo con animales (sea amenaza en este caso o solución). Así es que tal vez si ni los muertos pueden descansar, el versículo No duerme nadie por el cielo expresa un alcance infinito, es decir, “no duerme ni Dios”.
Fisguemos algunos detalles más del poema. Al comienzo se nos anuncia, en lo que podría ser un subtítulo, Nocturno del Brooklyn Bridge. Al parecer el “cielo” que anuncia el primer versículo coincide con este subtítulo por el contexto de la estrofa: luna y astros. Por ello podemos imaginar que cuando el poeta nos anuncia las criaturas de la luna que rondan por la noche se refiere precisamente a seres con actividad nocturna. Esperaríamos encontrar murciélagos, búhos, ratas, cucarachas, etc. Sin embargo, las “criaturas” que proceden de esa caracterización en el poema son Iguanas y el cocodrilo que, al contrario de rondar por la noche, son animales de sangre fría que, al no ser endotérmicos, requieren de la luz del sol para calentarse y perder un cierto estado letárgico. Podemos pensar en “símbolos”, es decir, en lo que representa una “iguana” en la obra y un “cocodrilo” o, como generaliza posteriormente el poeta: las “sierpes”. Por otro lado (notaran que aquí los símbolos no agradan tanto), la ubicación temporal de la noche nos hace pensar también en relaciones circadianas: no hay prototipos de animales nocturnos sino diurnos presentados como nocturnos. Aquello que acecha y amenaza al hombre en realidad actúa durante el día pero acecha luego en la noche y, en la profecía-poesía, son animales noctívagos que son desplazados de su condición diurna.
La tercera estrofa parece que inicia una discusión con otra obra: La vida es sueño de Calderón de la Barca. Aparentemente, en la imposibilidad de parecernos a Segismundo quién no distinguía claramente entre sueño y realidad. Al respecto, el poeta aparece por primera vez con una primera persona plural y se incluye así en el poema. No es sueño la vida y estamos ¡Alerta!, corresponden a una vigilia inquietante que se manifiesta por medio del dolor: no es tan extraño si pensamos que el dolor es una forma de corroborar la “vida” despiertos como cuando nos pellizcamos para confirmar que no estamos soñando. Así, el dolor impregna la estrofa: Nos caemos por las escaleras (…) / o subimos al filo de la nieve (…), en el segundo caso el dolor parece estar en la nieve donde si hay “filo” hay posibilidad de cortarse. A continuación, en esa misma estrofa, se esgrime un verso que ofrece una cierta clave que parece contener parte de la cosmovisión del poeta: Pero no hay olvido, ni sueño, pues si es un juego de antítesis dado por la coordinación adversativa (ni esto ni lo otro) podemos entender el “sueño” como memoria. De hecho, el material de los sueños es, según el psicoanálisis, la memoria. Y, al parecer, si no se puede olvidar es porque tampoco se puede recordar, ni memorizar. Para el poeta el resultado de no poder olvidar, ni soñar-recordar es carne como materia del hombre, como hombre sin consciencia de sí. Y, al continuar, el poeta relaciona la carne con lo carnal donde, de hecho, carne y lo “carnal” aparecen en el mismo versículo (los besos atan las bocas). De ahí que hasta lo instantáneo, como un beso, quede “atado” por un dolor siempre emergente (en una maraña de venas recientes) dejando ese breve lapso unido o precisamente “atado” al dolor; un dolor físico y sin memoria ya que hasta las venas son recientes. Algunos insisten en que la maraña de venas recientes representa a los hijos de los amantes. Esto nos parece una frivolización y en cambio entendemos que el dolor que cada uno lleva dentro (venas) no permite ni descansar (olvidar) ni dormir (soñar, recordar) y, por tanto, prolonga un dolor donde debería haber placer.
Las tres últimas estrofas están repletas de vaticinios y profecías con ese carácter que ya mencionamos al comienzo. Parecen imágenes apocalípticas metaforizadas por animales en un ecosistema determinado. Habrá una rebelión de la naturaleza (animales e insectos) invadiendo territorio humano (Los caballos vivirán en las tabernas), rebelándose contra la naturaleza misma (Las hormigas furiosas / atacarán los cielos que se refugian en los ojos de las vacas) y hasta contra la muerte (Veremos la resurrección de las mariposas disecadas). Los caballos, los ejércitos (hormigas) atacando los cielos y la resurrección asimilan esta escena con el Apocalipsis de Juan. Los animales, que tienen un carácter amenazante contra el hombre que no duerme mientras es acechado por éstos, son mencionados en una especie de profecía donde se anuncia que algún día se rebelaran contra el ser humano. En las últimas líneas hay varias interpretaciones que entienden mariposas disecadas, esponja gris, barco mudo, anillo y manar rosas como símbolos. Sea lo que sean son inaprensibles y resolver expresamente lo que “significan” es envenenar la poesía. Un acercamiento puede ser el siguiente: hay un juego de antítesis entre esa penúltima línea y la siguiente. Esa antítesis se da por un lado en el adjetivo gris como antítesis de brillar y por el otro en el adjetivo mudo como antítesis de lengua. Está clara la connotación negativa del paisaje por el “aún” y, aunque hay otras disquisiciones simbológicas sobre el poemario entero, podemos imaginar esponjas grises como nubes y los barcos mudos como lo que son ya que el poeta localizó su poesía-profesía en el puente de Brooklyn. Un barco “mudo” hace pensar en un símbolo por la redundancia de lo dicho: efectivamente los barcos son mudos y no hablan por lo que el poeta quiso decir otra cosa. Sin embargo, si los barcos son “mudos” es porque otros tienen la posibilidad de hablar lo que nos hace pensar en una metáfora y no en un símbolo. Al parecer la metáfora en el adjetivo hace pasar al barco por la tripulación que sí tiene la posibilidad de hablar. Se trata de la idea de un colectivo que no puede escoger un rumbo individual y no se comunica, al menos, hablando. El título posee la misma idea ya que “Ciudad sin sueño” alude a los habitantes que, como una pluralidad o masa, carecen de sueño. Los barcos mudos, por su parte, parecen así una masa silenciosa e indistinta. Si observamos las dos líneas veremos que coinciden con otras partes del poema en una estructura como la siguiente: paisaje= naturaleza plural (esponjas grises) y artificio (colectivo) vs. pertenencia individual= artificio (anillo) y naturaleza (rosas de nuestra lengua). Como dijimos antes las cualidades también se oponen: gris / brillo vs. mudez / lengua. La formula entre relaciones y oposiciones sería la siguiente: A= X1 + Y2 ≠ B= Y’1 + X’2. “A” representaría el paisaje mientras que “B” la pertenencia individual (nuestro, nuestra); X1 se relaciona con X’2 por su composición natural pero a la segunda la llamamos X’ (prima) porque se distinguen, a su vez, X1 se relaciona con Y’1 en cualidad (gris / brillo) representada por el número 1. Y2 se relaciona con Y’1 por su composicionalidad artificial (barco / anillo) mientras que se relaciona mediante el número con X’2 por su cualidad (mudez / lengua). Si leemos la poesía veremos que todo el entorno es hostil o posee hostilidades encarnadas en los animales: No duerme nadie por el cielo (…); encontrará por las esquinas (…); No duerme nadie por el mundo; porque tiene un paisaje seco en la rodilla (…); Nos caemos por las escaleras (…); o subimos al filo de la nieve (…); hormigas furiosas /atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas (…) / a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente; abrid los escotillones para que vea bajo la luna / las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros. Esas hostilidades se relacionan con la masa o pluralidad: Ciudad, Nadie, hombres, nos caemos, subimos, los besos, barcos, ojos abiertos, musgo en las sienes. Por otro lado, las únicas cualidades buenas se orientan hacia lo singular y propio en una conciliación entre artificio y naturaleza: nuestro anillo, nuestra lengua, a los que guardan huelas de zarpa y aguacero, a aquel muchacho que no sabe la invención del puente, a aquel muerto que no tiene más que la cabeza y un zapato.
Los últimos dos pasajes nos sorprenderán al ver que no se trata de un profeta de la salvación sino de la perdición: hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan; Pero si alguien cierra los ojos, /¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! /Haya un panorama de ojos abiertos / y amargas llagas encendidas; Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, / abrid los escotillones para que vea bajo la luna / las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros. En esa perdición se enuncian algunos casos que podrían salvarse pero la voz del profeta ordena llevarlos a lo que parece una especie espacio de perdición, como un altar de sacrificios o, mejor dicho, a un paredón de fusilamiento. Los que aún quedan por salvarse son categorizados en tres tipos: Los que guardan huellas de zarpa y aguacero (o lo que aún guardan o preservan la memoria de tierra y cielo); o aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente (es decir, el muchacho que sigue lamentándose porque desconoce la poesía que nació gracias al puente); o a aquel muerto que no tiene más que la cabeza y un zapato (irónicamente, en otro lugar del poema “quien teme a la muerte la llevara sobre sus hombros” y aquí el muerto mismo no tiene hombros para llevarla, no tiene cuerpo aunque aún puede soñar y pensar y mantener los pies sobre la tierra con su respectiva cabeza y zapato). Si estos son los que aún pueden dormir-soñar entonces el profeta los envía a los límites (al muro) donde se unirán a los que no sueñan. Allí se encontraran con la iguana para ser mordidos (dentadura del oso) o con un niño con la mano momificada (que, entonces, no tiene la posibilidad de escribir). Al parecer el profeta comienza a transformarse en una especie de dictador puesto que hay “algunos” que todavía ofrecen resistencia a no dormir o no soñar. Los que guardan o recuerdan (huellas), los que están fuera de la poesía (no saben la invención del puente) y los muertos que descansan y conservan su cabeza para soñar deben ser “llevados” al muro. Es decir, los que se resisten aún deben ser llevados al muro; los que se resisten aún creen que “es sueño la vida” y quedan fuera de la descripción presente de la poesía. Entonces hay algunos que aún sueñan, hay algunos que la profecía no puede absorber para ser cierta y deben ser llevados a la fuerza contra la amenaza. En ese muro no se nos dice lo que les sucederá pero conocerán (ya que “no saben”) finalmente lo que los acecha y perderán el sueño. Como si quien profetizaba ha pasado tanto tiempo ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! que se ha convertido él mismo en alguien que no puede soñar y ahora quiere arrastrarlo todo a su profecía. Pero si alguien cierra los ojos, / ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! el mismo profeta se ha vuelto ahora, al parecer por la carencia de sueño, un dictador y ha llevado a todos “adentro” (abrid los escotillones) con él. En el exterior, bajo la luz de la luna, pueden verse copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros. No sabemos lo que las copas sean y de hecho no entender ese último verso puede que sea parte de estar “fuera” de la promesa cumplida de dolor o insomnio. Sin embargo, podemos imaginar de lo que se trate: copas falsas como deleites aparentes y embaucadores, veneno como un afuera sin remedio, sin cura y la calavera de los teatros como la muerte de la imaginación. Pero como siempre decimos aquí: toda metáfora puede ser metáfora sin metáfora. Es decir, que los últimos versos conforman una realidad como lo que son, exterior a los que están “dentro” y tal vez dentro de la poesía. Así, la poesía abandona el ámbito relegado al placer de la lectura y se convierte en una promesa de displacer o de dolor (rechaza la métrica regulada, el ritmo, el “yo” y el “tu”) Trata de atrapar en su profecía a todos los que pueda con su primera persona plural, al parecer exclusiva, que comienza a volverse inclusiva. Cuando estemos dentro del dolor que promete esta profecía-poesía en la que parece auto-cumplir su propia promesa, entonces, ya no podremos soñar y sabremos a flor de piel sus palabras. Mientras tanto aún estamos en la promesa de dolor llorando porque no sabemos la invención del puente.

1 comentario:

  1. Poeta en Nueva York, poeta en cualquier ciudad. Lorca se(nos) sitúa en una gran ciudad, no importa el nombre y no importa la ubicación, pues nos transmite,entre otras cosas, todo aquello que cualquiera puede sentir en la gran ciudad, sueño para algunos pesadilla para otros: ciudad sin sueño, sin ganas de dormir, para aquel que la ame; ciudad sin sueño, sin ilusiones o expectativas para aquellos que la aborrezcan, esa ambigüedad de la que hablabas y que está presente a lo largo de todo el poema.

    No me gusta la poesía, pero esta, me ha gustado.

    Beso

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